miércoles, 27 de octubre de 2010

Los treinta y tres


El año 2006 una explosión afectó a las minas operadas por Grupo México, la compañía minera más grande de ese país, producto del cual 65 trabajadores quedaron sepultados

En ese entonces, el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos dijo que los mineros podían estar a 490 metros dentro de un túnel horizontal, y Grupo México declaró que posiblemente se encontraban a 150 metros bajo tierra.

Al igual que en el caso chileno, los mineros tenían una reserva de oxígeno. Pero cuando la empresa tuvo acceso al supuesto lugar donde ellos podían estar, no encontraron nada y las esperanzas se fueron apagando.

Después de cinco días, se confirmó mediante una rueda prensa que no había posibilidad de supervivencia tras la explosión de metano.

Al accidente se sumaron las quejas familiares, quienes acusaron al Grupo México de no cumplir con las normas de higiene y seguridad para sus trabajadores, pero como siempre sucede en esos casos, el tiempo dio paso a otras noticas más importantes, hasta que sucedió lo de Chile.

Lo que sucedió a los mineros chilenos va a traer muchas repercusiones, ya en el ciberespacio se habla de que si los mineros serían mejicanos nunca hubiesen salido de allí. También los chinos tienen accidentes con mucha frecuencia. Un minero chino expresó a una emisora internacional que si el accidente hubiera sucedido en China el gobierno no le importaría demasiado y los enterraba muertos o vivos. Pero Chile fue un país que realizó la proeza de un rescate en donde la estadística estaba en contra, habría que preguntarse aquí ¿Por qué un país “modesto” como Chile se abocó a esta tarea titánica que otros mas grandes no pudieron o no quisieron realizar.

¿Porqué Méjico y China no hicieron todo el esfuerzo necesario para rescatar a sus respectivos mineros?

¿Por qué en Méjico y China ya habían enterrado a los muertos y a los vivos antes de agotar todos los recursos?

Cuando el rescate de la vida humana se politiza allí entran determinaciones frías, en Chile se tomó la determinación del rescate, en Méjico y en la China nunca hubo determinación mas allá de las labores iníciales de rescate.

Cuando se trata de un accidente de esta envergadura, cuando se quedan sepultados mineros la noticia acaparará los medios, pues el horror que produce el saber que gente esta enterrada viva, con la angustia de luchar contra el tiempo, mezclado con una especie de amarillismo, del que no estamos exentos los de afuera, que nos tiene pegados al televisor para ver el desenlace de este drama, no nos queda mas sino pensar que somos afortunados en no estar allí ya que, además, es sabido que la gente en estos casos tiene pocas probabilidades de ver nuevamente la luz del sol.

Al menos hasta hace poco se pensaba así, sin embargo cuando vimos lo que ha sucedido en Chile, y que el rescate fue relativamente sencillo, (una maquina maravillosa que podía perforar día y noche) no podemos dejar de pensar en que se hubiese podido proceder de igual manera en otros lugares y ocasiones.

Lo que ha mostrado este rescate, es algo que creará muchos problemas a los mineros inescrupulosos a partir de ahora, pues la vida del ser humano no puede entrar en los cálculos políticos y económicos para ver si se hace todo el esfuerzo de rescatarla o no.

El presidente Piñeira desde un primer momento se mostró comprometido, haciendo de este un asunto de estado y de orgullo nacional, ¿Por qué otros presidentes no hicieron lo mismo?
Lo que trasluce este rescate es que en otros lugares hubo un abandono prematuro de las operaciones, por un desánimo alimentado por la estadística negativa, o, peor aun, por cálculos fríos de los ejecutivos. Lo concreto es que en esos casos no existió un compromiso desde las más altas esferas del gobierno como si sucedió en Chile.

Cabe pensar ahora, cual será el desenlace de esta historia, ¿Qué antecedentes crea? Ahora los mineros ya no serán los mismos, inclusive algunos crearán tantos problemas a las empresas mineras, que, siendo suspicaz, algún poderoso empresario podría pensar que mejor se hubieran quedado en el silencio y la oscuridad. Si los mineros morían , habrían sanciones para la mina, la cerrarían un año o dos, hasta que pase la tormenta, luego nuevamente la reabrirían, los familiares reclamarían un rato y les darían una indemnización de la cual no estarían conformes y a partir de allí la historia es predecible: impunidad y olvido.

Pero ahora que los mineros han “resucitado” y los vivos sí reclaman, el gobierno y las empresas mineras no saben como podrán callar estas voces que irán recordando siempre sus falencias y entuertos, tal vez los poderosos piensen en emplear los métodos mas infalibles como las coimas o el amedrentamiento. Ahora veremos realmente de que madera están hechos esos mineros y tendrán que apelar a una voluntad tan férrea como la que les sirvió para soportar el encierro.

Nadie sabe que rumbo tomará la historia de estos treinta y tres mineros, lo cierto es que los primeros días debieron ser una pesadilla, hasta que se logró el primer contacto, a partir de ese momento, si bien estaban en una situación difícil, había mucha esperanza y mas distención, es cuando tuvieron tiempo para pensar y planificar cosas que aun no están dispuestos a divulgar. Pero lo más interesante es el haber formado un grupo solido, al menos hasta ahora ellos han demostrado lealtad al grupo: quedaron en no dar declaraciones o cobrar por entrevistas una cantidad de dinero que han acordado repartirse entre todos.

Veremos que pasa, si su voluntad se apaga y se asimilan nuevamente al sistema de cual han dado muestras abiertas de no estar conformes, o resultan ser la palanca que haga en verdad cambios radicales a una actividad productiva en la cual, se percibe, que la vida humana está por debajo de consideraciones económicas o políticas.

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