¿Qué es el estar lúcido? ¿Es el estar consciente de la realidad? Pero eso depende de a que nivel uno es capaz de percibir el mundo. Si nos preguntamos: ¿qué es la realidad?, allí entramos en mayores problemas pues la realidad mía es diferente de la de los demás; nadie mira el entorno con mi óptica, dos personas no percibirán el mismo hecho de manera similar. Si yo, por obra de algún genio de cierta botella encontrada en la playa, pudiera estar en la visión, tan solo por algunos segundos, de otra persona, entonces diría: ¡ah caramba! este hecho es tan diferente de como lo percibí y sin embargo es el mismo, el mismo visto desde el punto de vista del otro. Entonces podemos entrar en el gran laberinto: la realidad no existe, existen varias realidades, cada cual para cada individuo, y son tan frágiles como el recuerdo fugaz. Entonces, ¿qué es lo importante?: ¿lo que sucedió? o ¿cómo lo percibió cada quien? Ocurrió algo, y si otra persona pudiera decir sin mentir: eso que ustedes dicen, no sucedió, entonces, ¿allí si podríamos hablar de realidades diferentes?
El meollo del asunto sea, quizás, que tan importante como el hecho mismo, es también el cómo sucedió este, y en eso nadie estará de acuerdo.
El que yo esté en un lugar alterando con mi percepción de los hechos, los hechos mismos, es algo interesante. Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en la ciencia, el acto de medir afecta la medición; el termómetro que mide la temperatura de un líquido enfría un poco a éste y la medición no es exacta.
Estoy en este mundo observando, e influyendo a nivel cuántico con mi sola presencia y mi simple observación de las cosas, estas cosas. El acto mismo de observar algo altera ese orden caótico, cuántico, inescrutable; la realidad altera su contenido y hace que ella misma, no sea tan solida.
Y si hablamos de miles de personas analizando un hecho, ¿cómo podrán influir en ese suceso?, ¿se sumarán esos pequeños cambios?
Todo ello hace que el acontecimiento, aparte de tener muchas realidades, la única realidad que pudiera ser verdadera se altere.
En la película del cine clásico Rashomon, de Akira Kurosawa, un asesinato es visto desde cuatro puntos diferentes y cada uno es totalmente diferente de los demás. El director japonés expone en su poderoso filme la imposibilidad de encontrar el verdadero móvil del crimen debido a esa fragilidad de la realidad.
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