La ciudad se llena de poemitas, poemuchos y sus respectivos autores se vanaglorian por sus creaciones.
Arequipa fue cuna de grandes escritores, aquí estuvieron, vivieron, respiraron, sufrieron y gozaron el aire volcánico.¿Qué pasa con esta tierra volcánica que desde hace algún tiempo solo vomita poetas malos?
Seres que por publicar su librito ya caminan como por sobre huevos y se creen nominados al Nobel, pero esto no importaría si en realidad habría algo que leer; hay poco, salvo raras exepciones.
En Arequipa habitan los jóvenes salidos de la universidad, gente que quiere y no puede, sin embargo en la era de los lobby, del marketing, quien grita mas es el que consigue una famita relativa en la ciudad, de la que se regodea frente a sus amigos y le sirve para justificar ante su mamá que le sigan poniendo el desayuno ya que su hijito será un gran escritor, además le permitirá no tener que ir a buscar un trabajo.
La ciudad necesita cultores de de la palabra y no escribanos.
En la segunda feria internacional del libro en Arequipa abundaron los que presentan un opúsculo como la gran cosa, pero lo presentan y eso ya es algo, lo malo tal vez sea que no hay retroalimentación y no se tiene la humildad necesaria para quemar el libro antiguo (metafóricamente hablando ) y hacer cosas nuevas.
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